Siempre que puedo, sobre todo en verano me gusta ir a visitar las huertas del río en la zona de "Los molinos", y de paso traerme algunas verduras y hortalizas para el "gazpachito veraniego".
Sin duda alguna, éste es un lugar único en nuestro pueblo, donde la naturaleza y el hombre han sellado su alianza a través de las generaciones, en un vivo ejemplo de lo que yo llamo desarrollo sostenible, surtiendo a Gerena año tras año, de excelentes verduras, hortalizas y frutas, cultivadas con gran mimo, cariño y esmero, y con las técnicas más rudimentarias.
La primera huerta que visité fué la de mi amigo Sebastian, que a pesar de sus más de 80 primaveras, se mantiene en un estado de forma excelente, y aún desafía bajo su sombrero de paja al sol de las mañanas estivales.
Allí estaba Sebastian, entre matas de calabaza, con el singular sonido de fondo de mirlos y rabilargos entre las cañas cercanas del Guadiamar. Pronto salió a saludarme, y estuvimos charlando un largo rato sobre los tomates, las calabazas, el agua, y un sinfín de cosas que me llenaron durante un buen rato de nostalgia y añoranza.
Después nos acompañó a las albercas construidas para aprovechar para riego el agua de los manantiales que emanan de las paredes de caliza del barranco.
Un agua limpia y fresca, con la que riegan las huertas.
Me cuenta Sebastian que este mismo manantial riega varias huertas, y que mayormente, el sistema empleado es por inundación de surcos, aunque hay algunos propietarios que utilizan el sistema de goteo.
También me cuenta, de que el manantial tiene menos agua que antaño, probablemente porque cada vez hacen más pozos más arriba para el regadío de olivos y están agotando el venero.
Esther, mi novia, también quiso hacerse una foto con el entrañable Sebastian en este lugar mágico...
Y así hablando y hablando, fue transcurriendo la mañana, y como nos quedaban varias huertas más que visitar, nos despedimos de Sebastian, el cual nos regalo un par de calabazas de no recuerdo bien que variedad, y un manojo de orégano para echarle a los "tomates aliñaos".
Tras despedirnos de Sebastian, nos fuimos a la siguiente huerta colindante, porque aquí, no existen vallas metálicas que separen las propiedades, pero todo el mundo sabe donde están las lindes entre huertas. A veces un granado, un peral o un viejo naranjo, son las marcas conocidas que separan una propiedad de otra.
En la siguiente huerta, nos encontramos entre tomateras y matas de calabacines con Félix "el patilla", otro de los excelentes agricultores de estas huertas.
Félix, cultiva practicamente de todo; tomates, lechugas, calabazas, alcachofas, patatas, cebollas, ajos, pimientos, pepinos, berenjenas, según disponga la estación del año en la que nos encontremos, porque todo lo cultivado es del tiempo.
Y también nos acompañó a las albercas que tiene esta huerta, que son tres y la verdad es que los manantiales que tiene son de una enorme belleza, ya que también salen del interior de la roca caliza, formando bonitas albercas de agua fresca y cristalina, que en nada desentonan con el policromo paisaje y que es utilizada para el riego.
Esta simpática rana, quiso estar presente en la fotografía, como atestiguando el extraordinario frescor del lugar...
Bajo la sombra de un gigantesco algarrobo, el manantial va manando hacia las albercas agua fresca y limpia, que será la encargada de nutrir a todo el universo de verduras, hortalizas y frutas del lugar.
Se nos hacía tarde, así que nos despedimos de Félix, con la promesa de pasarnos por la tarde por su casa y comprarle un saco de las excelentes patatas de esta temporada, que sin duda nada tienen que ver con las que venden en los grandes hipermercados, y pusimos rumbo hacia otra de las huertas colindantes...
Nos fuimos hasta la huerta que regenta mi amigo Manuel "el camero" que es como le conocemos, y allí le encontramos pelando cebollas...
Manuel nos recibió al instante y nos enseñó su pequeña casilla típica de huerta, donde guarda semillas, seretas y algunas herramientas para las labores...
Después, muy amablemente nos enseñó toda la huerta, su sistema de riego, que al igual que las otras era por inundación de surcos y nos regaló unos tomates y unos calabacines, de un aspecto inmejorable...
Manuel nos comentó, que no utiliza ningún producto químico para las plagas, ni tampoco ningún tipo de abono, y que todo era natural, como pudimos comprobar in situ.
Antes de irnos, le compramos más tomates, berenjenas, calabacines y pimientos, ya que un buen gazpacho necesita los mejores ingredientes, y éstos sin duda se encuentran aquí, en las huertas de nuestro Guadiamar, donde la agricultura ecológica es una tradición ancestral.
Desgraciadamente nuestras huertas podrían tener sus días contados, si prospera el Proyecto de Investigación minero Salomé, ya que esta zona se encuentra dentro de las 59 cuadrículas mineras que forman parte del proyecto, justamente quedando casi en el centro, y así perderemos otro rinconcito de nuestra Gerena, aunque visto lo visto, a los gerenenses poco parece importarle.
Un saludo...
http://gerenaverde.blogspot.com/
3 comentarios:
Hola Joaquín, realmente bueno este documento que nos traes, de aquí mismo, de nuestro pueblo, tan cercano y a la vez tan desconocido. El Guadiamar, sus aguas, los manantiales, la huertas, los hortelanos, los productos naturales, que bonito y que poco se valora. Magnífico trabajo y una buena manera de sensibilizar, sobre los peligros que acechan a este ejemplo vivo de patrimonio natural y ecológico de nuestro entorno y nuestra cultura. Adelante compañero, engrosando ese ejercito por la defensa de la naturaleza. Saludos.
Enhorabuena por el post amigo Joaquín. Me ha gustado mucho. Ha sido una forma de visitar yo mismo las huertas de nuestro pueblo.
Muchas gracias por este trabajo y adelante.
Un abrazo.
hombre joaquin,por fin haces en el blog un reportaje sobre las huertas del rio,es la caña tu ya sabes que yo sueño con hacerme algun dia con un hueco por ese paraje,ojala sea pronto
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